En la mira

¿Qué quieren Denise y Ciro?

 

Denise Maerker y Ciro Gómez Leyva aparecieron unos instantes en los programas de televisión que conduce cada uno el pasado jueves 29 de julio para anunciar que ese día no iban a conducir su programa. La razón: protestar por el secuestro de cuatro reporteros en Gómez Palacio, Durango, el anterior lunes 26; entre estos, uno de Televisa, donde trabaja Denise, y otro del grupo propietario de Milenio Diario, en el que labora Ciro.

Ese jueves 29 fue detenida la directora del penal de Gómez Palacio por autoridades federales, para investigarla por acusaciones de que dejaba salir presos por las noches a cometer fechorías, y los reporteros mencionados “cubrían” para sus respectivos medios de información los acontecimientos afuera del centro penitenciario.

Denise anunció que no podía fingir que no pasaba nada, porque sí pasaba y en consecuencia esa noche no iba a conducir “Punto de partida”. En su lugar, apareció la pantalla en negro con el nombre del programa repetido innumerables veces. Pero, en otras palabras, prefirió callar, antes que tomar al toro por los cuernos, dar una información objetiva y luchar desde su trinchera. Si cuando matan a un soldado, o a un policía los otros se van a su casa ya no habría quién combatiera el crimen. La trinchera, en momentos de peligro, no se debe abandonar. No podía fingir que no pasaba nada, porque sí pasaba; entonces, cuando aparece en pantalla tras hechos como éste ¿finge que no pasa nada?

Ciro, por su parte, dijo, antes de retirarse, con palabras contradictorias y confusas: ¿Qué es esto de que si transmitimos una imagen liberan a nuestro compañero rehén? ¿Qué es esto de que si no lo hacemos, lo matan? ¿Qué es esto de que sí lo hicimos, no lo sueltan? ¿Qué es esto, de que si lo volvemos a hacer, quien sabe qué carajos vaya a suceder? Esa no puede ser nuestra tarea. Un medio de comunicación no está diseñado ni equipado para negociar una toma de rehenes.”

Pero la televisora cedió ante tal “toma”. Los secuestradores habían solicitado que transmitieran tres videos en los que algunos policías de Gómez Palacio confiesan que las autoridades de esta población y de Lerdo y Torreón reciben dinero del grupo de narcotraficantes conocido como “Los Zetas” y les permiten trabajar en la zona. El noticiero televisivo de Milenio transmitió los videos. El martes 27 y el jueves 29 fueron liberados dos de los secuestrados. El sábado 31 fueron rescatados por la policía federal los otros dos.

Los televidentes que esperaban la información a que los tienen acostumbrados los conductores que se retiraron se vieron frustrados porque estos, en lugar de dar la noticia de manera simplemente objetiva decidieron protestar.

Pero, ¿contra qué o contra quién protestaban?

¿Por qué hacerlo en los días en que se han dado los golpes más fuertes al narcotráfico, con la muerte a manos del ejército de uno de los mayores capos, Ignacio Coronel y del posible sucesor, su sobrino?

¿Por qué cuando sus compañeros fueron plagiados al tratar de informar sobre la corrupción de las autoridades del penal de Gómez Palacio que el jueves 29 ya habían sido detenidas por la policía? Lo que procedía en este caso era informar del hecho, no retirarse para no hacerlo, ni apagar la pantalla.

¿Por qué protestar ahora y en las circunstancias referidas y no en otras ocasiones, cuando inclusive los secuestrados han sido asesinados?

Quieren garantías de que podrán desempeñar su trabajo con la seguridad de que nadie los va a matar o a secuestrar, o a hacerles algún daño.

¿Lo que quieren, entonces, es que el Presidente, el secretario de la Defensa o alguna otra autoridad les firme una carta en la que les garantice que nada les va a pasar si ejercen su profesión?

Ninguna autoridad puede garantizarle a nadie, sea periodista, policía, soldado, obrero, estudiante, ama de casa o lo que sea que al salir a la calle no le va a pasar nada.

Los integrantes del ejército y la policía tienen un trabajo mucho más riesgoso que el de los periodistas, pero no han solicitado una carta que les garantice que no les va a pasar nada. Sería absurdo.

¿Qué hay detrás de las “protestas” de Denise y de Ciro realmente?

Forman parte del llamado “Cuarto poder”, el incidente permitirá a las televisoras presionar al presidente para lograr ¿qué?

Hay diversos temas en la agenda que podrían mencionarse ahora pero, ¿es por ahí que va la respuesta?

¿O fue simplemente un berrinche?

Al aceptar las condiciones de los plagiarios y transmitir los videos se logró la liberación de uno, porque el primero ya había sido soltado desde el martes y los otros dos fueron rescatados el sábado; pero esto envía una mala señal, porque ahora el crimen organizado ya sabe que puede obligar a los medios de información a difundir lo que se les antoje, para eso les bastará con secuestrar a algún reportero.

Por eso el gobierno de los Estados Unidos tiene por norma no negociar con criminales, ni acceder a peticiones como la que comentamos, para que secuestradores y terroristas sepan que el chantaje no es la vía.

Claro, el peligro es que el secuestrado muera, pero será más difícil que la acción criminal se repita, porque de antemano habría la conciencia de que no se va a lograr nada.

Y vamos más allá. ¿Después de esto, quiénes deberán aumentar el número de sus escoltas, o contratarlos si no los tienen? Los dueños de medios, conductores de noticieros y periodistas que ganan millones de pesos al mes. La amenaza para ellos será ahora mayor por parte de los profesionales del secuestro.

Queda claro que urge una ley que impida la negociación con secuestradores, sólo así se evitarán casos como éste y como el de Diego Fernández, todavía en manos de sus captores; el de Fernando Gutiérrez Barrios, el de Joaquín Vargas, el de Alfredo Harp Helú, el de Wallace, el de la hija de Nelson Vargas y como el de tantos otros que no han sido difundidos.

¿Qué pedirían los criminales si secuestran a Emilio Azcárraga, o a Ricardo Salinas Pliego? ¿A Joaquín López Dóriga, o a Javier Alatorre? ¿A Sergio Sarmiento, a Lupita Juárez, a Jacobo Zabludovsky, a Pedro Ferriz, a José Cárdenas?

Cada secuestro que se paga para lograr la liberación del plagiado, sea con dinero o difundiendo videos, aumenta las posibilidades de que se cometan más.

El periodista, por su parte, que no debe ceder a presiones externas para realizar su trabajo, tampoco debe ejercerlas para lograr canonjías.

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